No es fácil idear una nueva forma distintiva de decorar el cuadro de una bicicleta, pero eso es precisamente lo que consigue Artline. Creativo, artístico y experimental por su diseño, todo el proceso se inspiró en el deseo de que cada cuadro fuera tan individual como una huella dactilar. Con esa idea en mente, nuestro equipo de diseño empezó utilizando una técnica especial de pintura sobre papel. De la forma tradicional, pero a mano. Fluidos y emotivos, los gráficos evocan la individualidad de la experiencia de cada ciclista. También son un vínculo visual entre la precisión manufacturada del diseño de CUBE y la naturaleza orgánica del mundo en el que existen. Estas creaciones se fotografiaron, se importaron a un programa de edición y se perfeccionaron, antes de combinarlas para crear una fusión de varias obras de arte. Para completar el proceso, cada cuadro se acaba a mano, lo que da lugar a diferencias sutiles y distintivas que hacen que cada bicicleta Artline acabada sea realmente única.
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